Jeff Hamann viajó al sur a Baja California, México para sacudirse la tristeza del confinamiento
He estado yendo a Loreto, Baja California Sur, México desde que tenía diez años. No todos los años. Tampoco cada cinco años, pero lo suficientemente frecuente.
El primer viaje que hice en la década de 1960 fue en un DC3 viejo que aterrizó en una pista de arena al sur del pueblo. Traje un esquife de madera contrachapada en la década de 1970 y acampé en Isla Danzante. En los ochenta y noventa, vine a pescar en avión con mi padre en su Cherokee Lance. Compramos nuestro primer terreno en la década de 2000 y construimos una casa en 2010.
La primera vez que volé paramotor en Loreto fue en 2005. Volar por el canal de 3km hasta Isla Coronado me abrió todo un mundo de posibilidades. El golfo de California está repleto de muchas islas y desde entonces, he volado en muchas de ellas.
En 2008, volé paramotor en Loreto con Jeff Goin y Phil Russman camino a bahía Magdalena para grabar Why We Fly. Me ha pasado por la mente dejar un paramotor ahí, pero me he distraído con otros destinos.
Después de los confinamientos en California debido al Covid, empecé a soñar con Loreto nuevamente. Me di cuenta que podría alquilar un avión desde el aeropuerto pequeño cerca de mi casa en San Diego y volar directamente a Loreto en menos de tres horas. Nada de cruces fronterizos congestionados, ni restricciones irracionales, ni terminales llenos de gente. No tardé en reclutar a tres amigos para hacer el viaje juntos y en un par de semanas estuvimos en camino.
Quitamos cuatro de los ocho asientos en el Pilatus y logramos meter cuatro paramotores y diez alas en la parte trasera del avión. En el pequeño terminal privado en Loreto no había más clientes cuando llegamos a mediodía y pasamos rápido por inmigración y aduana. Los funcionarios en un aeropuerto más grande seguramente nos habrían cobrado impuestos a las importaciones por nuestros equipos, pero le aseguramos a los agentes aduanales que regresaríamos a casa con todo nuestro equipo y nos dejó entrar.
El primer día, volamos nuestros paramotores en condiciones perfectas antes del atardecer. El viento en el golfo de California puede ser fuerte del norte en marzo, pero logramos coordinar nuestro viaje entre ciclos ventosos. Debido a que el golfo no está abierto a oleaje oceánico grande, las playas no son tan anchas como estamos acostumbrados en el lado del Pacífico. Pero logramos encontrar buenos lugares para despegar y aterrizar cerca de nuestra base en Puerto Escondido.
Ligui, 15 minutos al sur de Puerto Escondido, era nuestro despegue preferido. Desde ahí, volamos al sur hasta hermosas caletas cerca de Cosme al norte y de regreso a Puerto Escondido. El mundialmente reconocido campo de golf de bahía Danzante fue un poco de verde bienvenido entre tanto desierto. Las montañas de sierra La Gigante conforman un fondo impresionante al alzarse hasta 1500m apenas un par de kilómetros del mar.
El yate de 86m de Steven Spielberg estaba anclado en Puerto Escondido y había unos 100 yates menos ostentosos en la marina y el fondeadero.
Di una vuelta por isla Danzante un día con Mo Sheldon, y Casey Cadwell vino a volar a isla Carmen después. Richard Willis dirigió la escolta de botes para el vuelo de 40km hasta bahía Balandra donde aterrizamos para almorzar. El viento cada vez más fuerte de la dirección incorrecta nos alentó a regresar en bote. Nuestra decisión conservadora fue premiada con delfines y ballenas.
Pasamos el último día volando en El Bajo, a 30 minutos al norte de Loreto. Desde ahí, reviví mi primer viaje insular hasta isla Coronado. Vimos delfines y ballenas azules desde el aire al este de la isla. Cuando el viento aumentó a final de mañana, fuimos en cuatrimotos hasta un despegue de vuelo libre nuevo. Había demasiado viento de oeste, pero Casey logró probar la zona. Volveremos.
Volamos siete de los nueve días y nos enteramos después que llamamos la atención de la Fuerza de Defensa Civil en uno de los primeros vuelos. Supongo que nos persiguieron durante cuatro días hasta que finalmente nos alcanzaron en El Bajo. El comandante inventó violaciones de espacios aéreos controlados, pero simplemente nos pidió que anunciáramos nuestros planes la próxima vez. Pensábamos que estábamos libres hasta que la Policía Estatal nos confrontó en el pueblo más tarde ese mismo día. Nos escoltaron hasta la comisaría donde esperamos hasta que el jefe de policía hablara con el comandante del aeropuerto. Una vez que se aseguraron de que no violamos ninguna ley, nos dejaron ir.
Cuando no volamos, navegamos, nadamos, paseamos en tablas y kayak. Fuimos a pescar el día que había mucho viento y a caminar el día antes de regresar, pero es el vuelo lo que nos hará regresar a Loreto. Quizás vuele hasta isla Monserrate y puede que finalmente deje un paramotor ahí.
El parque nacional Bahía de Loreto abarca 2000km2 en el Mar de Cortés y es zona protegida desde 1996. Es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 2005