Encanto francés – Jonathan Marin

lunes 19 julio, 2021

From issue: Cross Country en Español 60 – Agosto 2021

Jonathan Marin era un piloto francés talentoso pero discreto. Eso fue antes de esta primavera en los Alpes cuando empezó a hacer vuelos de 300km. 

Su temporada de 300km empezó el último día de marzo en el que junto a Maxime Pinot voló desde Saint André-les-Alpes en los Alpes del sur en Francia hasta Grenoble y después hacia el Mont Blanc, cerca de la frontera con Suiza. El vuelo estuvo espectacular no solo porque fue a principios de temporada (¡qué frío!), sino porque fue mientras muchos pilotos franceses estaban confinados. Tanto Maxime como él, volaron con el equipo francés lo que les permitía viajar y volar como parte de su entrenamiento. 

Durante el vuelo, ambos pilotos llegaron al mismo lugar, pero Jonathan continuó hacia el sur y siguió hasta Sallanches para estirar su ruta con balizas hasta llegar a los mágicos 300km. Voló con una Niviuk Icepeak X-One nueva y en su traza en XContest verás condiciones atómicas: 8h 35min; +7,5m/s; -9,7m/s; techo de 3.555m; velocidad promedio de 35km/h. ¡Un día potente!

Dos semanas después, estuvo de vuelta, esta vez con un vuelo de 306km en llano de este a oeste por Francia. La semana siguiente, estuvo en el aire 11 horas e hizo un triángulo FAI de 293km desde Saint Hilaire que lo llevó por la montaña hacia el llano y de vuelta a la montaña. Tres días después, voló más lejos e hizo otro triángulo FAI de 11 horas, de 324km esta vez por la montaña. 

Eso fue en abril. En mayo, hizo tu tercer vuelo de distancia libre de 300km del año y voló 309km de NO a SE por la llanura del norte de Francia. 

El macizo de Pilat

Jon nació en Sainte-Colombe al sur de Lyon en 1986 y creció en el macizo de Pilat. ¿No lo conoces? Yo tampoco, pero Jon es el mejor embajador que este lugar perdido habría soñado. Pilat es una cordillera modesta en las faldas Este del Macizo Central que termina en Crêt de la Perdix a 1.431m.

Estuvo rodeado de vuelo desde joven. Su padre era paracaidista, hacía salto BASE y un poco de parapente y vivían cerca de un despegue. De niño, Jonathan quería ser piloto de caza y empezó a tomar lecciones de vuelo cuando tenía apenas 14 años y obtuvo su licencia un año después. Posteriormente, empezó a hacer acrobacia.

Sus primeros vuelos en parapente los hizo con un ala vieja de su padre, junto a su instructor de vuelo que también volaba parapente. Pasó mucho tiempo jugando con el parapente hasta que poco a poco, el parapente remplazó los aviones. “La ventaja del parapente es que puedes pasar mucho tiempo en el aire por menos de lo que cuesta volar avión”, dijo. 

Después de terminar el bachillerato, fue a la universidad pero se retiró para dedicarle más tiempo al parapente. Fue en esta época inicial que empezó a sentir que podría ser bueno. “En mi club, teníamos la meta de llegar a Mont Mézenc en Haute-Loire, a 60km, ¡y fui el primero en hacerlo en 2006!”, reveló.

“El día antes, había ido a una fiesta de cumpleaños, así que llegué tarde, a las 2-3pm. Todos los pilotos ya habían despegado y aterrizado, repitiendo el mismo error que habían cometido durante años. Pero una vez en vuelo, pude ver las calles de nubes y tuve un buen presentimiento. ¡Lo logré! Ese vuelo hizo que me diera cuenta lo que me encanta volar y que podría ser bueno. Algo cambió en mí y decidí seguir avanzando”.

Empezó a competir en 2008, el mismo año que empezó a entrenar para convertirse en instructor y no tardó en llamar la atención de un entrenador regional, Patrick Belle, quien lo invitó a unirse a la liga local en Rhône Alpes. Entrenaban todos los fines de semana y participó en competencias regionales. 

En 2009, participó por primera vez en el campeonato francés. Se llevó a cabo en Val Louron y terminó en la respetable posición 22. Tres años después, empezó a competir en la Copa del Mundo y cuatro años después, en 2016, volvió al campeonato francés en Val Louron. Esta vez, ganó. “Recuerdo durante una manga que estaba volando bien y estaba con los mejores como Honorin Hamard, Jean-Marc Caron y Luc Armant. La ruta empezó a sombrearse y cambiamos de ritmo drásticamente.

“Fui perdiendo mis compañeros de vuelo, uno por uno, y me quedé solo. Tuve que sobrevivir y luché un rato para pasar una cresta. Hice gol 15 minutos antes del segundo piloto. No solo gané la manga, ¡sino que gané la competencia!”

Actualmente, disfruto tanto volar en competencia como distancia. “Volar distancia solo te enseña cosas que no aprenderás en competencia y viceversa”.

Tiene un espíritu competitivo y disfruta de “la búsqueda de buenos resultados”, volar “rodeado de los mejores pilotos”, viajar, descubrir lugares nuevos y volar en grupo. “En resumen, volar con amigos y competir uno contra el otro”.

¿Llano o montaña?

Durante sus vuelos recientes en primavera junto a su compañero habitual Max Pinot, campeón de la Superfinal de la PWC y piloto X-Alps. “¡Volar con Max es genial!”, dijo con entusiasmo. “Es uno de los pilotos que más admiro en vuelo. Vuela muy rápido e incluso después de cinco o seis horas de vuelo, sigue volando al mismo ritmo”.

Añadió: “Me cuesta más mantener el ritmo cuando estoy solo. Así que, volar con el es perfecto porque me empuja. Pero no tenemos la misma estrategia para volar rápido. Max acepta estar muy bajo y puede ignorar varias térmicas porque no son lo suficientemente fuertes para el. A nivel mental, es tanto exigente como impresionante. 

“Yo aseguro más, vuelo alto. Quizás juego más al posicionarme y con las líneas que con la selección de la Vz de las térmicas. Mi estrategia es mantenerme alto, en una masa de aire portante, diferente, mientras que mantengo a Max a la vista”. Ambas estrategias funcionan bien porque la dupla logró volar más de 300km en los Alpes y en la llanura parisina.

En Francia, generalmente clasificamos a los pilotos en dos categorías: pilotos de llano y de montaña. Jon no entra en ninguna. Viene de Le Pilat que no tiene, dice bromeando, “ni las ventajas del llano ni las de la montaña”. 

Sin embargo, fue ahí que desarrolló un estilo de vuelo más adaptado al llano. Se hizo particularmente eficiente en térmica, especialmente en térmicas suaves. Explicó que su despegue está en una colina, pero después se vuela sobre una meseta. “Es plana como el llano, pero diferente. Es, por ejemplo, difícil de volar viento de cola como lo haría en el llano”.

Incluso después de todos estos años, sus zonas de vuelo locales lo sorprenden. “En abril de 2018, volé 240km desde La Jasserie, un despegue en Pilat”, dijo. “El vuelo fue por una ruta que nunca había imaginado, con la ayuda de condiciones de revista. Es raro tener condiciones tan buenas con viento de este”.

“Cuando aterricé, estaba en un lugar completamente desconocido. Qué sensación tan genial – salir de la casa en la mañana y llegar a un lugar en el que nunca has estado al final del día… ¡mágico!”

La primera vez que voló en los Alpes pensó, “parece fácil hacer distancia” pero empezó a preocuparse por meterse en un rotor o entrar en brisa del valle. “Mientras más vuelas, en llano o en montaña, más entiendes cómo funciona”.

Cuando le preguntamos qué le gusta más, volar en el llano o en la montaña, se toma un rato para pensar. “El llano es ideal para volar lejos, empujado por el viento”, dice. “Sin embargo, puede que tengas que enfrentarte a condiciones difíciles con mucha sombra y tener que luchar para encontrar el sol, encontrar una térmica. El problema es que puedes aterrizar muy rápido si cometes el más mínimo error. Si no aterrizas, puedes hacer distancia ‘fácilmente’”.

Añadió: “En montaña, hay que volar rápido sin la ayuda del viento de cola, así que hay que ser el mejor en escoger las mejores térmicas y no ser tímido a la hora de acelerar”.

Entre sus planes para este año está volar en la PWC de Gemona, Italia (terminó de tercero la última vez que se hizo una PWC en la zona) y después irá al Abierto Francés en Gourdon en septiembre. Está ansioso por participar. A pesar de que Brasil, Australia y Sudáfrica tienen sus atractivos para aventuras de vuelo de distancia, no hay nada como competir en el patio de la casa. “Los Alpes del Sur son el mejor lugar para volar y organizar competencias”, dijo. “Es ahí donde los mejores pilotos muestran de qué están hechos”.

¡Nos vemos en septiembre! 

TRES CONSEJOS DE JONATHAN MARIN PARA VOLAR EN LLANO 

1. Mira las nubes

No mires hacia abajo, mejor mira las nubes. Apenas llegues al despegue, observa lsua forma, altura y alineación. En vuelo, sigue la calle de nubes y respeta la regla de los 45 grados para evitar entrar en la nube. Debes estar lo suficientemente alto para aprovechar la aspiración de la nube pero no demasiado como para que te trague. Es un equilibrio sutil. Después de haber girado bajo varias nubes, intenta identificar dónde está la mejor ascendencia. ¿En medio de la nube? ¿En la cara soleada? Observa y adapta tu estilo de vuelo. Durante el vuelo cambiarán las condiciones. El techo sube, las térmicas se hacen más fuertes, hay que ser flexible y adaptarse. Al final del día, tendrás que ser más conservador y girar hasta la ascendencia más suave para llegar lo más lejos posible. La observación y adaptación permanente son la clave.

2. Conoce el viento

Durante el vuelo, debes saber siempre de dónde viene el viento y qué tan fuerte es. Es esencial para ser lo más eficiente posible. También indica dónde buscar la siguiente térmica, sobretodo cuando quieres entrar en una térmica que marque otro piloto. No busques térmicas contra el viento; es la mejor forma de aterrizar prematuramente. Ten cuidado cuando aterrices con vierto fuerte. Tener 30km/h de viento para volar lejos es genial, pero recuerda que en algún momento tendrás que aterrizar. Mantente concentrado hasta que toques tierra y neutralices el ala.

3. Anticipa la deriva

Volar viento de cola no es trivial, sobretodo cuando hay que lidiar con espacios aéreos. Hay que anticiparse a la deriva. Mira las sombras de las nubes en el suelo para ayudarte. Úsalas para orientarte. Para evitar los espacios aéreos, hay que planificar el vuelo con anticipación. A veces, hay que llamar a una torre de control antes de despegar. En vuelo, mira el instrumento, anticípate y evita. Es cuestión de seguridad y respeto.

Otros consejos: Coloca una media sobre el micrófono. Las conversaciones se escucharán “fuerte y claro”. Además, ponte medias largas por encima de los pantalones. Dos ventajas: evita que el aire frío corte tus delicadas pantorrillas y que los pantalones se enganchen en el acelerador. Efecto secundario: parecerás un duende en el despegue, pero ¿a quién le importa después de 300km?

MAthilde chivet: RUTA A LOS 100kM

Vuelo desde hace diez años y principalmente, o mejor dicho, solo en montaña. Siempre había soñado con volar en llano. En mayo, participé en un curso organizado por la aspirante a instructora Charlotte Dussart y el Comité Nacional Femenino, una rama de la FFVL dedicada al rendimiento femenino.

El objetivo era descubrir el vuelo en llano. Tuvimos una van durante cinco días y la idea era ir adonde se volara. Antes de la práctica, tuvimos tres videoconferencias para prepararnos: una con Max Pinot de técnica, otra con Martin Morlet de clima y otra con la misma Charlotte de espacios aéreos. Sí, fue un curso cinco estrellas. 

Después la teoría, era hora de enfrentarse a lo desconocido y averiguar cómo se veía el llano desde el cielo. Éramos un grupo de cuatro pichonas: Chloé Demailly, Pauline Gaillard, Anne-Laure Broise y yo, y nombramos a Jonathan Marin “papá ganso”. El curso no podría empezar en otro lugar mejor que el patio de la casa de Jonathan en Pilat. 

día 1

Despegue desde La Jasserie (1.376m). Tal y como dije antes, no es vuelo solo en llano, ¡pero vayamos poco a poco! Las más resistentes logran hacer un ida y vuelta de 120km. Sarah Cartellarnau, que nos acompañó ese día, hizo el vuelo más largo de su vida: ¡seis horas y un minuto! 

Día 2 

Saint Jean de Sault (Var) (1.016m). Dejamos atrás el paisaje boscoso de Pilat para ir a Provence con su lavanda y olivos. Anne-Laure y John tienen suficiente paciencia para llegar a base de nube y hasta Oraison, empujados por viento oeste fuerte. Anne-Laure hizo dos horas de vuelo: ¡una hora para remontar del despegue y otra hora para volar 50km!

Día 3

Le Roc (Lot, 276m). El paisaje es inequívoco: ¡llano de verdad! Los locales esperaban lluvia y cuando llegamos estaba mojado. Pero después de una parada en el supermercado, el cielo se puso azul y empezaron a aparecer nubecitas. ¡Vamos a volar! 

El despegue estaba desierto, pero el cielo estaba de revista. Sentía emoción y expectativa. Sabía que las condiciones estaban buenas para hacer algo y ya entendía cómo funcionaba: se despega en buen ciclo, se sube lo más alto posible y se vuela con el viento..

Despego de primera, seguida de Chloé, encontramos una térmica y remontamos. Jon nos dice por radio: “Espero que sea una buena porque no podrán regresar”. Sí, es muy buena y estoy segura que nos llevaría a base de nube. Hago todo lo posible para remontar pero pierdo a mi amiga. ¿Dónde está Chloé? Ahora estoy a base de nube, el segundo grupo sigue luchando bajo frente al despegue. Estoy sola y tengo que tomar una decisión. ¡Vámonos! 

Mi salida emocionada perdió pronto su entusiasmo cuando me quedé baja y perdida. Es difícil orientarse en el llano: no hay picos, ni crestas fáciles de reconocer. ¡Un bosque o un campo de colza se parece al siguiente! De pronto, veo a Chloé, está más alta que yo y me anima por radio, “¡No pierdas la térmica y vente conmigo!”. ¡Eso hago! El segundo grupo está retrasado y solo somos nosotras dos. ¡Vamos!

Y después, bueno, fue como había soñado. Calles de nubes, térmicas, entre la luz y la sombra. Hubo un momento en el que estaba tan emocionada que agarré la radio para agradecerle a Jonathan y a Charlotte por la experiencia increíble que estaba viviendo. Después supe que en ese preciso momento Jon estaba en una situación muy complicada, más parecida a la espeleología que al parapente y le fue difícil apreciar mi reconocimiento sin perder la paciencia y la concentración. ¡Perdón, jefe! 

A pesar de volar todos en la misma dirección, el segundo grupo no nos alcanzaría. ¡A menos que me perdiera! Después de girar una buena térmica, vi la calle de nubes para continuar con el viaje. Chloé me pregunta por radio: “¿Estás haciendo turismo bajo las nubes o decidiste regresar?” ¡Ups! ¡Dirección incorrecta! ¡De verdad que extraño las montañas para orientarme!  

El viaje continúa. Jonathan nos advierte que anticipemos la deriva para evitar el espacio aéreo. ¡Fue ahí que me di cuenta que no me aparecía en el instrumento! Espero que Chloé lo tenga, así que me quedo con ella y cambiamos de calle de nube. Mientras lo hago me imagino: “Va a ser un vuelo increíble por el llano en medio de la nada”. 

¡Increíble! Es lo que me repito una y otra vez. Pero Chloé está en la misma línea, así que nos reímos y gritamos en el aire. Después de un rato, me siento cansada y la velocidad del viento me preocupa. Busquemos un aterrizaje seguro. Chloé me anima a llegar al pueblo que está adelante, para facilitar la recogida. Pues, ¡cada vez que decidimos bajar es cuando no encontramos descendencias! Las nubes aspiran por todos lados. Intento hacer barrenas fuertes pero no funciona. Vemos un hueco azul y finalmente empezamos a descender. Hay mucho viento y tengo que concentrarme hasta el final del vuelo; ¡vamos!

Finalmente toco tierra y neutralizo el ala. Chloé aterrizó en el mismo campo pero su ala se quedó en un cable de teléfono. ¡Ups! La baja de forma segura. Ambas estamos seguras y contentas. ¡Qué alivio! Miro mi instrumento y no creo lo que veo. ¡Acabábamos de volar 100km! Los demás aterrizaron también y celebramos nuestro increíble vuelo en la van. Esa noche, Charlotte abrió una botella de champaña. 

Día 4

Dijimos que iríamos adonde se volara. Pues pasamos todo el día viajando al norte.

Día 5

La Comté (Pas-de-Calais, 173 m). Estamos en el lugar indicado en el momento indicado. Desafortunadamente, después de un buen inicio, cometo un error tonto y aterrizo a los 50km. Fue un día de récord para Anne-Laure (156km) y Chloé (208km). El entrenador no cambió sus hábitos y voló 300km.

¡Las pichonas dejaron el nido! 

Mathilde Chivet

 

MERCI À TOUS

Gracias Charlotte Dussart y Jonathan Marin por la semana increíble. A Sandra Anthony y Pat por la hospitalidad la última noche, a Delta Evasion por la van, la FFVL y su organización dedicada al rendimiento femenino, el CNF supervisado por Jean-François Chapuis. Más que números, el curso fue una verdadera aventura humana, con mucha cohesión, benevolencia y risas. Un organizador como ninguno y un entrenador con encanto. ¿Qué más necesitas?

Volver
Volver

Lee más de este número

¿TIENES ALGO QUE CONTARNOS?

Si tienes noticas, imágenes excelentes o una historia, avísanos

CONTÁCTANOS