Destino Medellín

viernes 16 abril, 2021

From issue: Cross Country en Español 57 – Mayo 2021

El valle del Cauca en Colombia es con toda razón una meca del parapente y esto se debe a que el viaje por tierra es tan divertido como los kilómetros volados. El fotógrafo Kieran Campbell cayó bajo su encanto

Escribo este artículo mientras mi teléfono me muestra recuerdos de hace un año: cúmulos hermosos; un valle amplio lleno de caña de azúcar; parapentes por todos lados y sonrisas en tierra. El año pasado, tuve la suerte de pasar cinco semanas volando en Valle del Cauca, Colombia, y visité las zonas de vuelo conocidas y algunas joyas escondidas.

Para los que vivan fuera de Colombia, la forma más fácil de llegar al valle del Cauca es volar a Medellín o Cali, dos ciudades que delimitan las zonas de vuelo más conocidas del valle. La distancia entre ellas son unos 400km, Cali al sur y Medellín al norte, y mi plan era volar dos semanas en el conocido extremo sur del valle, para después viajar al norte, ver las zonas de vuelo menos concurridos y lugares turísticos camino a Medellín. 

A menos de una hora del aeropuerto de Cali, está Santa Elena, un pueblito donde puedes ver alas dar vueltas por la zona de vuelo de Piedechinche mientras saboreas limonada de coco y metes los pies en la piscina. Cansado por el viaje y sin haber volado casi nada los tres meses anteriores, tuve que recordarme que no había apuro en volar en el más tentador de los cielos. Estará ahí mañana, cuando yo esté fresco, concentrado y en forma para volar. En cambio, exploré las pintorescas calles y tímidamente puse en práctica el poco español que había logrado aprender en Duolingo las semanas anteriores.

La mañana siguiente, subí al despegue a volar por primera vez en Colombia. Algo normal en los despegues del valle del Cauca es pagar una entrada, que está más que justificado por tener césped para prepararse y la pendiente perfecta para correr, además de un aterrizaje fácil de llegar. Fue el lugar perfecto para hacer los primeros vuelos. Pero no es solo un lugar para niños, así que además de hacer idas y vuelta, y triángulos cortos, además de vuelos de restitución suaves a final del día, también hicimos vuelos de tres dígitos hacia el norte que nos llevaron al panal de miel del valle y la zona de vuelo más conocida de Colombia: Roldanillo.

De Roldanillo a Ansermanuevo

Casi no se veía la hierba en el despegue entre la cobija de velas cuando llegamos a Roldanillo durante la segunda parte del viaje. Roldanillo es un pueblo pequeño con acceso a despegues justo sobre el mismo. Por estar del lado oeste del valle, lo hace un paraíso para los triángulos. Las montañas van de norte a sur y permiten hacer una primera pierna sencilla en la mañana para después cruzar el valle y regresar a Rolda.

Todo sería muy sencillo de no ser por la colosal brisa de mar conocida como Pacífico, que cruza las montañas desde el oeste y llega al valle a velocidades de más de 50km/h. El océano Pacífico está a apenas 70km al oeste, detrás de las montañas, y la brisa de mar entra todos los días. Una vez que veas las señales del Pacífico – una capa de foehn que se asoma sobre las montañas o algún humo en el valle que cambia de dirección – es hora de pensar en aterrizar o al menos correr al este y cruzar el valle. 

Más al norte, los emblemáticos jeeps rojos salen de la plaza pequeña en Ansermanuevo al pintoresco despegue que ofrece una alternativa relajada a Roldanillo. Ponerse a gusto puede ser menos intimidante que en Roldanillo porque el despegue no se nubla y el relieve es más abierto. Volar lejos puede ser un poco más difícil porque o vuelas alto en las montañas y corres el riesgo de tener que caminar o haces un salto corto a la ladera de en frente que a veces es ventosa abajo.

Podrías pensar que con tanta gente volando en el valle, no sucedería nada al aterrizar, pero muchas veces cuando volaba bajo lograba escuchar los gritos de los niños que venían a recibirme cuando aterrizaba. A cualquier parte que voy en el mundo, tenemos el privilegio de aterrizar donde la gente es hospitalaria, curiosa y hasta se emociona por vernos y es un placer compartir esta alegría.

Paraíso del parapente

Escondida al final de una carretera larga y serpenteante, me encantó Apía apenas puse un pie en el pueblo de altura. Respirar el aire fresco de montaña y sentir casi frío era totalmente opuesto al valle pegajoso. A pesar de haber sido la primera parada de nuestra transición de comer kilómetros a turistear, resultó ser genial para hacer distancia libre. Durante un vuelo relajante hacia el sur, pasamos por encima de Ansermanuevo, saludamos a los comekilómetros en Roldanillo cuando cruzamos el valle y seguimos avanzando hasta que estábamos demasiado cansados para volar más lejos. Llegamos a mitad de camino a Piedechinche y compartimos nuestra emoción con otro grupo que había aterrizado, pero a la velocidad correcta es fácil llegar hasta Piedechinche y seguir más lejos.

Nos dirigimos hacia el norte nuevamente y dejamos atrás el valle amplio y plano, pasamos por cañones estrechos y serpenteantes y llegamos a La Pintada. Cambiamos los despegues congestionados y campos interminables de caña de azúcar por un paisaje más acogedor rodeado por todos lados de montañas y ningún piloto. 

Camino a Cordoncillo, paramos a beber algo en Damasco, un pueblo colorido con una sola calle que solo necesitaba una planta rodadora para completar la imagen. Del otro lado del valle, vale la pena pasar una noche en el pueblo patrimonio de Jericó colgado del borde de un acantilado con sus edificaciones coloridas y café tostado en el lugar. Después de todo, mucho antes de ser la meca del parapente, era un paraíso cafetero.

Desde Jericó, solo es un salto hasta Medellín, una ciudad montañosa con 2,5 millones de habitantes que es impresionante, turística y con su propia zona de vuelo en San Félix, en las afueras de la ciudad. Vale la pena pasar un par de días y noches aquí o en Cali para poner a prueba tus habilidades de bailar salsa, disfrutar de los restaurantes y de la vida nocturna o hacer una visita guiada nocturna para aprender más del oro, tráfico y derramamiento de sangre que han moldeado este impresionante país. No te arrepentirás de conectarte con el país detrás de la meca del vuelo. 

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