La primera semana de diciembre del año pasado, Harley Milne voló en paramotor 3.540km de oeste a este por Estados Unidos en apenas ocho días. Ed Ewing conversó con el y con el meteorólogo que le ayudó a lograrlo
Lo que hiciste es impresionante, le digo a Harley Milne cuando finalmente hablamos por videollamada de WhatsApp a las 8am, hora local en Walnut Creek, California. Ubicada a unos 40km en las afueras de San Francisco, “es una ciudad pequeña que ha crecido bastante los últimos años”, dice. Originario de Sudáfrica, vive en la Costa Oeste desde hace 20 años y tiene una compañía de vigilancia y fotografía con drones. Conversamos durante una hora, mientras conducía al trabajo.
“Estamos en un año de recuperación”, dice acerca del trabajo. La pandemia prácticamente tachó el 2020 y además, ha estado volando. “Empecé la vuelta por los 50 estados en noviembre de 2019”, explica, “y recorrí los 50 estados, incluyendo Alaska, el año pasado”.
La vuelta por los 50 estados de Harley fue un proyecto personal que se fijó él mismo de volar en cada estado del país. “Literalmente iba en auto a un estado, conocía a los pilotos locales, volaba y lo tachaba de la lista”.
Hacia el final, en Wisconsin, alguien le preguntó qué haría después. “Y dije, bromeando, ‘No sé, quizás cruce el país’”. Y así fue como nació la idea del vuelo de costa a costa.
Cacería de récords
Pocas personas han volado de costa a costa por Estados Unidos en paramotor. Will Gadd fue el primero. Lo hizo en 2001 junto a Jim Grossman 90% del trayecto. La ruta de 4.345km lo llevó desde Ventura cerca de Los Ángeles hasta Kitty Hawk en el noreste. Se tardó 48 días.
Una década después, Jonathan Sepp y Matt Blank volaron 5.149km de costa a costa, por ocho estados en 18 días, 145 horas de vuelo. Después en 2018, Jean François Chabaud lo hizo en 20 días, como parte de un proyecto mucho más grande de 9.656km por Estados Unidos y México.
Volar de costa a costa en poco más de una semana, apenas 48 horas y 19 minutos de vuelo, parece impresionantemente serio. Pasa de ser una aventura tipo expedición a un reto intenso de una semana. Es incluso más impresionante por la meteorología, ya hablaremos al respecto.
“Fue prácticamente una carrera”, dice Harley acerca de su motivación. El plan era ir del Pacífico hasta el Atlántico por la ruta más corta en el menor tiempo posible. “Dije en público que quería hacerlo en 14 días, pero el equipo sabía que quería hacerlo en diez”.
Ese equipo estaba integrado por siete personas que conoció gracias al paramotor, incluyendo el jefe del equipo de apoyo en tierra Ray Pearce, el hermano de Ray, Tom Pearce en la logística, el meteorólogo Dave Wert, el médico Jeffrey Miller, la directora de relaciones públicas Cynthia Lecompte, el enlace de despegues Anthony Dalton y el fotógrafo Greg Anthony Harris.
El plan que armaron fue volar de oeste a este, por carreteras, volando todo el día, aterrizando y despegando desde aeródromos y aeropuertos. Hacerlo en noviembre fue una decisión estratégica.
“Sabíamos que la ventana para volar tan rápido, según los datos históricos de clima, sería muy corta. Y el consejo de Jean François, que voló por una ruta similar, fue de hacerlo en marzo”. La segunda opción era a principios de noviembre, a finales de otoño. Al final, fueron a finales de noviembre hasta principios de diciembre.
En esa época del año, obviamente los días son más cortos que en primavera, pero la ventaja es la menor actividad térmica por lo que se puede volar con seguridad durante el día. Despegar, volar y aterrizar en condiciones térmicas fuertes no es una opción en paramotor. “El problema no es volar por encima de las térmicas y acelerar”, explica Harley, “el problema es descender, aterrizar y volver a despegar con seguridad, sin morir en el intento. Se tendrían más horas de luz, es cierto, pero las condiciones de vuelo serían mucho más difíciles.”
Añade, “Desde el punto de vista meteorológico, sabía que si fallábamos en noviembre, tendríamos otra oportunidad en marzo y abril. Pero lo que terminó pasando es que hubo una helada severa en Texas en marzo y habría hecho demasiado frío y habría sido imposible con los patrones de clima”.
El patrón “ideal” que Harley y su equipo querían era ver que la corriente en chorro descendiera desde el noroeste, “y preferiblemente trajera un poco de clima del Pacífico, no del Golfo de México, sino del Pacífico detrás de Guadalupe para tener un empujoncito”.
Añade, “Esta entrevista podría ser solo de cómo estudiamos el clima. La forma en la que Dave descifró cómo ir delante de esas olas de clima para que me empujaran. De hecho, el día que el clima ganó, de haber podido volar otros 65-100km el día anterior, me habría adelantado al mal clima. De hecho, habríamos terminado en seis días, sabiendo lo que sabemos ahora”.
Al final, Harley terminó en ocho días, incluyendo el día que no pudo volar por clima. “Hubo cuatro días en los que recorrimos más de 480km”, cuenta. “Volamos un promedio de siete horas cada día”. Esos días empezaban mucho antes del amanecer. “Cada día, la meta era despegar en la penumbra civil o al amanecer. Nos despertábamos dos horas antes del despegue, cada miembro del equipo tenía un trabajo. El día promedio duraba 18 horas”.
Además de cargar todos los aparatos electrónicos y preparar el equipo, se ajustaba el motor cada mañana. “Hubo muchos cambios de altura, por lo que requirió de ajustes menores. Gradualmente afinamos la mezcla del combustible porque estaba demasiado rica al principio y el motor era relativamente nuevo”.
Para aprovechar las condiciones al máximo, era importante poder tomar altura rápido para entrar en el mejor flujo de aire, por velocidad o dirección. Las instrucciones diarias de Dave Wert de clima eran vitales para lograrlo. Nunca eran “Sube 1.500m y vuela a esa altura hasta que te quedes sin gasolina”. Al igual que los pilotos de globos aerostáticos suben y bajan por columnas de aire para encontrar y navegar el viento adecuado, el plan de Harley era hacer lo mismo y funcionó.
Durante el vuelo, Harley voló a un promedio de 70km/h, llegó a una velocidad de crucero máxima de 144km/h el tercer día y voló a una altura máxima de 3.792msnm.
No todo fue volar viento de cola durante 3.218km, por supuesto. “De hecho, durante los primeros tres días tuvimos viento de frente suave del noreste, por lo que tuvimos que volar de lado hasta que cruzamos la divisoria continental. Pero después el clima era diferente. Así que cuando llegué a Texas, subí a 3.600m y volé a 144km/h”.
Contrarreloj
A diferencia de algunos intentos de récord y de carreras, Harley quería volar un equipo convencional. No quería volar con tanques auxiliares, lastres ni una tripa llena de combustible sobre el regazo.
“No habría habido forma de lograrlo con todo el equipo que tenía, sobretodo los primeros tres días volando por terreno muy agreste. Llevaba mi Garmin InReach, radios, baterías adicionales, equipo de supervivencia, agua. Llevaba equipo para poder ser autónomo de ser necesario. Al principio cuando el terreno era más peligroso, los márgenes de seguridad eran mayores y no había espacio para llevar más combustible, imposible”.
En cambio, el equipo se concentró en hacer rotaciones rápidas entre el aterrizaje y el despegue. De una hora, redujimos el tiempo a 45 minutos y después a unos 30 minutos. El tiempo incluía reabastecer tanto al paramotor como al piloto, reunión de clima y del equipo y tomar decisiones de la ruta. Después, se despegaba rumbo al chorro. Los vuelos duraban generalmente dos o tres horas, pero iban de 55 minutos a 3h47min el primer vuelo el primer día. El vuelo más largo en distancia fue de 278km el cuarto día.
En cada vuelo, también se planificaba el aterrizaje. “Uno de los objetivos era demostrar que los paramotores pueden funcionar de la misma forma que la aviación general, en cuanto a volar con combustible limitado e ir de un punto A al B. No íbamos a volar hasta que se acabara el combustible, aterrizar donde quisiéramos e intentar despegar de nuevo.
“De 22 vuelos, creo que hubo dos en los que no aterrizamos en aeropuertos. Por tanto, administrar el combustible fue parte importante de todo. Sabíamos que podría volar 193km sin viento de frente ni de cola, así que dependiendo del viento podía proyectar dónde aterrizaría. Sí medí al ojo un par de veces y me dije ‘Creo que puedo volar 80km más’ y cambiaba el destino en vuelo, pero no lo hice mucho”.
Como parte de la planificación, el equipo identificó aeropuertos cada 40km, la mayoría aeropuertos no controlados. “Aterricé muchas veces en aeropuertos municipales y siempre me recibieron muy bien. Llegaba, conocía a los pilotos locales y todos se interesaban. Estaba rodeado de gente viéndome mientras me preparaba para despegar”.
También llamaba la atención en vuelo, en particular de un par de F-35 mientras cruzaba de Arizona a California. “¡Es impresionante lo lento que pueden volar esos aviones!” bromea. “Volaba a 2.400m y vinieron por debajo muy lento. Puede que estuvieran volando a 150-200 nudos, pero me miraban 300m más abajo. Fue genial”.
Durante un aterrizaje forzado cerca de una base de la Fuerza Aérea el primer día le permitió conocer algunos militares. “Rápidamente, me rodearon cuatro o cinco vehículos de donde salieron varios sujetos. ‘¿Quién eres? ¿Llevas identificación? ¿Estás armado?’ Estaba calmado y no había hecho nada demasiado grave, es un aeropuerto que la gente sobrevuela todo el tiempo. Pero tienen F-35 que vuelan en la zona y estaban protegiéndolos. ¡Buenísimo!”
Harley tiene la esperanza que su vuelo entre en el libro Guinness de récords, aunque todavía no existe una categoría para ‘Cruzar EEUU en paramotor’. También espera que sea reconocido como récord de velocidad FAI. Está trabajando en ello.
Pero lo más interesante puede que sea que espera que alguien intente superarlo. “Me sentiría muy honrado si alguien lo intentara. ¡Me emocionaría si pudiera hacerse una carrera! En caso de que suceda, me encantaría estar presente. Si creo que pudiera ganar, lo intentaría, pero hay pilotos mucho mejores que yo, mucho mejor equipados. ¡Volar contra ellos sí que sería una carrera!”
AVIONES, TRENES…
No existe una ruta oficial costa a costa, pero estas personas han entrado en los libros de récords
Avión, Ed Yeilding y Joseph Vida, 1h 7min 53,69seg
Dos pilotos de la Fuerza Aérea de EEUU volaron en un SR-71A Blackbird desde Ventura, California hasta Salisbury, Maryland, el 6 de marzo de 1990 en poco más de una hora. Recorrieron 3.868 millas a un promedio de 3.868km/h.
Auto, Anónimo, 26h 38 min
Un grupo no identificado de tres personas aprovecharon los semáforos durante el confinamiento el 4 de abril de 2020 para romper el récord de costa a costa de Nueva York a Los Ángeles.
Motocicleta, Carl Reese, 38h 49min
Carl Reese, de 47 años, aprovechó la luna llena y fue de Los Ángeles a Nueva York el 28/29 de agosto de 2015 en menos de 39 horas, sin apoyo.
Bicicleta, Christoph Strasser, 7 días, 15hr 56min
El austriaco Christoph Strasser rodó desde Oceanside California hasta Annapolis, Maryland del 10 al 18 de junio de 2014 por segunda vez, la primera fue en 2011.
A pie, Pete Kostelnick, 42 días, 6h 30min
El ultramaratonista Pete Kostelnick, de 29 años, corrió un promedio de 115km diarios durante seis semanas durante 4.935km desde San Francisco hasta Nueva York en sept/oct 2016. Rompió el récord anterior de 1980 por cuatro días.