Normandía salvaje

lunes 17 mayo, 2021

From issue: Cross Country en Español 58 – Junio 2021

Jérôme Maupoint vuelve a sus raíces para mostrarnos el hermoso vuelo costero en este rincón remoto de Francia

Ver el mar, respirar el aire salado, contemplar el sol mientras se oculta en el horizonte plano. Estas son las cosas que extraño en mi hogar adoptivo en los Alpes. Es una de las razones por la que me gusta regresar a mi Normandía natal en el noroeste de Francia. Cada vez que regreso a mis raíces contemplo esta barrera costera larga por donde tanto caminé de niño y que sigo descubriendo hoy en día cuando vuelo. Lo que sigue no es una lista exhaustiva de zonas de vuelo en la costa de Normandía sino lo más destacado de mis visitas.

Playas con aterrizajes

Eran apenas las 10:30am de un día en junio de 2019 en la zona de vuelo de Vierville-sur-Mer, sobre la playa de Omaha. Lancé unas briznas de hierba al aire para sentir el viento. Todavía estaba pensando en la hora que había pasado paseando casi solo por las avenidas que se forman entre las miles de cruces blancas del Cementerio Estadounidense de Normandía en Colleville-sur-Mer. 

Unos días antes, los líderes mundiales habían conmemorado el 75º aniversario del Desembarco de Normandía el 6 de junio de 1944. Mientras caminaba por esta tierra marcada por la historia, el ambiente en el cementerio era tranquilo, agradable, pero al mismo tiempo muy serio.

Una familia estadounidense que estaba de visita llegó al despegue por el sendero que sube desde la playa. “¿Vas a saltar desde aquí?”

Un buen viento de doce nudos del noreste me llevó a unos kilómetros hasta la famosa Pointe du Hoc. Siempre disfruto ver el paisaje desde la perspectiva de un parapente; pero esta vez, ver cientos de cráteres de bombas me dio escalofríos en el aire. Me di la vuelta y regresé al este, mientras dejaba atrás a la famosa playa curva de Omaha.

Unos diez kilómetros al este se encuentra Port en Bessin, un pueblo pesquero encantador. Se puede sobrevolar desde el despegue de Commes que está dispuesto de forma admirable. Desde aquí empiezan caminatas y aventuras: a pie por el sendero costero o en parapente por encima de los senderistas. 

Un vuelo costero de 7km, rumbo al este, por una línea de baterías alemanas antiguas, lleva a la zona de vuelo de Tracy-sur-Mer. Todavía visibles en el mar se encuentran los restos del puerto flotante de Arromanches. Rompeolas de concreto enormes dispuestas en forma de arco siguen resistiendo el clima y las tormentas. Es un vuelo que debe hacerse con marea baja porque en la base del acantilado no se puede aterrizar en cualquier lado.

Con viento constante de noreste, jugamos sobre la zona de Tracy en forma de embudo; ten cuidado con la turbulencia cerca del despegue. Si no hay viento, uno de los tantos museos en la zona hará que se despierte tu curiosidad para entender mejor la realidad de las batallas de junio de 1944.

Costa de Alabaster

Cerca de Le Havre, Octeville es la zona de vuelo más visitada en la costa de Alta Normandía y es adecuada para pilotos y comekilómetros. La antigua base de la OTAN tiene un despegue amplio de hierba perfectamente orientado. 

Octeville-sur-Mer es el punto de partida ideal para sobrevolar los famosos acantilados de Étretat, a unos 15 kilómetros. Para llegar hasta allá, hay que atravesar algunas zonas poco inhóspitas, como el puerto petrolero de Antifer, los acantilados del faro del mismo nombre y sus piedras caóticas, que no son muy favorables para aterrizar. Es importante por tanto acercarse a estas zonas con buen margen y con un viento con el que te sientas cómodo. 

Desde el faro de Antifer, la costa gira hacia el noroeste. Por ello, es necesario llegar justo cuando la brisa marina aumenta para poder sobrevolar Étretat. La intensidad del lugar no tiene comparación, sobretodo al atardecer. El vuelo sobre Étretat es en sí mismo un verdadero privilegio, un regalo de los cielos. Es donde en realidad empieza la costa de Alabaster.

La naturaleza imparable de los bordes del acantilado, la topografía del lugar y su acceso hacen que no haya ningún despegue “oficial” entre Octeville y Fécamp. Esto le da un carácter un tanto ilegal a la práctica de despegues salvajes en esta zona de la costa. La discreción es esencial y pagué el precio un verano cuando me vio una patrulla de policía en el sector de Tilleul. ¡Justo iba a despegar después de esperar tres horas por una ventana con buen viento!

En la entrada del caserío de Épineville, al oeste de Saint Aubin-sur-Mer, la carretera pasa justo detrás de la playa. Desde el norte, con viento constante del noroeste, se puede despegar desde las piedras y remontar desde la base del acantilado. Después, se puede ir hasta Quiberville o hacia Veules-les-Roses. 

Con marea baja, la banda costera es de un colorido hermoso. Allí, se descubre el Pays de Caux, una meseta de piedra caliza que forma un relieve bajo, del particular agrado de los recolectores de caracoles y otros crustáceos. Generalmente se está solo en vuelo en esta parte de los acantilados, una delicia.

Hace falta viento de noroeste para volar en la zona del faro de Ailly. Ya no está permitido despegar cerca del faro debido a la gran cantidad de deslizamientos e inestabilidad; la costa está en constante evolución y está sujeta a la erosión permanente. Como siempre, la naturaleza nos invita un rato, pero otro día reclama sus derechos.

Afortunadamente, al pie del acantilado en un lugar llamado Fond de Saâne, se puede despegar con viento fuerte. Solo hay que inflar el ala en las piedras y caminar unos metros – verás cómo hacerlo una vez que estés allí con 12 nudos de viento. 

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