A bordo con Galen

martes 14 junio, 2022

From issue: Cross Country en Español 69 – Julio 2022

“Hay que mirar siempre hacia adelante, no te quedes en el pasado”, dice Galen Kirkpatrick, la nueva campeona panamericana de parapente FAI.
 Por Joanna Di Grígoli y Ed Ewing

Galen Kirkpatrick es la nueva campeona panamericana de parapente FAI. De hecho, es la primera porque en los campeonatos panamericanos anteriores (este fue el cuarto) nunca hubo suficientes mujeres para validar la categoría femenina. Este año, hubo diez mujeres compitiendo para un total de 122 pilotos en Governador Valadares. Galen compitió para el equipo de EEUU y empezó a volar hace apenas cinco años y terminó de décima en la general, tras haber sido la primera mujer en tres de las seis mangas y haber ganado la manga 3.

Posteriormente, publicó en su Instagram: “Fui a esta compe con la meta y la convicción de que podría ganar. Una vocecita en mi mente tenía confianza total de quién soy y cómo puedo volar. Podría parecer contradictorio, pero no tuve que distraerme y preocuparme del aspecto competitivo porque sabía que iba a dar lo mejor de mí y disfrutar del proceso. ¡Pues funcionó!”

Originaria del estado de Washington, Galen, de 32 años ha estado viviendo en California los últimos seis años. “Estuve en Los Ángeles, Santa Bárbara y ahora en la Bahía”, cuenta durante una videollamada unas semanas después de su victoria. Se encuentra en su bote, donde vive todo el año, mientras habla del proceso de aprendizaje. 

“Quería volar desde niña”, explica. “Había un paramotor en un libro infantil y siempre había querido hacerlo. Fue hacer realidad un sueño”.

Aprender a volar estaba en su lista mental de “Cosas importantes”, así que un día durante un viaje de su antiguo trabajo como consultora de ventas, se inscribió en un curso de un día con Andy Macrae en Bozeman Paragliding en Montana. “Ese primer día superó todas mis expectativas. Pude volar sola unas tres veces. Además, Andy es excelente. La sensación cuando los pies despegaron del suelo fue muy especial, la sensación de volar”. 

“Y la idea de poder recorrer largas distancias sin motor, sentada en un arnés durante horas, fue increíble”. Se enganchó de inmediato. “Diez días después, se inscribió en un curso P2 con Eagle Paragliding en Santa Bárbara”.

Dos años y medio después, renunció a su trabajo y pasó el verano como aprendiz de instructora en Eagle. “Tengo que agradecerle a Rob Sporrer por la oportunidad. Conducía la van, reempacaba paracaídas”. Al principio se sentía nerviosa dando cursos, “porque sentía que no era una verdadera piloto”, pero era apasionada y le encantaba compartirlo”. 

Entre tanto, se dio un susto. Durante su primer vuelo de altura, se estrelló contra un árbol. “Me congelé, era demasiada información”. Aterrizó bien, pero quedó sacudida. “Pasé dos años volando muy asustada”.

Fue eso y darse cuenta de que “no es un deporte que medio quieres saber hacer, es uno en el que quieres ser experto”, lo que la motivó a aprender más y dedicarse de lleno al deporte. 

“Así que fue por ello que empecé a hacer maniobras y a trabajar como instructora”, dice, “porque sabía que iba a aprender mucho. Aprendí tanto acerca del vuelo solo estando en la loma de escuela y viendo las alas de los demás”.

 

Mundo competitivo

Su primer paso en el mundo de la competencia fue en el Applegate Sprint en Oregon en 2019. Recuerda que fue “emocionante” y que le encantó volar con tanta gente. Las condiciones estaban “bastante fuertes” y fue importante escoger buenas líneas, “Saber adónde ir con la información disponible. Recuerdo haber regresado a la térmica un par de veces para subir más, para encontrar una mejor salida de la térmica porque nos habíamos metido en una descendencia espantosa”.

Llegó bien a gol “un par de veces”, pero también se hundió otras, pero definitivamente adoptó la carrera. “Quería estar con el primer grupo, pero las decisiones que tomé para intentar mantenerme con ellos me hicieron aterrizar un par de veces. No era constante”.

El hecho de saber que la “constancia importaba” en el vuelo de competencia lo dice todo. Es una lección que generalmente se consigue con esfuerzo y puede llevar años aprenderla. “Leí todos los libros y escuché todos los podcasts”, dice entre risas. Probablemente tenía más horas escuchando el podcast de Gavin que volando. Pero sí, tenía una idea de cómo competir”.

De hecho, es algo que le dice a sus alumnos. “Que la velocidad a la que aprendemos hoy en día es exponencialmente más rápida y segura. Siento que es importante honrar a quienes estuvieron antes que nosotros porque no tuve que darme tropiezos porque ahora hay muchísima información disponible. No podría haber avanzado como lo hice sin ellos”.

Después de una compe más, vino la pandemia y no compitió durante un año. “Hice mi cuarta compe a mediados de año y he hecho ocho desde entonces”.

Una de ellas fue su primera Copa del Mundo en Aksaray, Turquía, en septiembre de 2021. ¿Cómo estuvo? “Llegué a gol entre los primeros cinco, un par de goles a cinco u ocho minutos de los líderes. También pinché dos días y tuve una colisión”. ¿Una qué? Resulta que hay un video (tinyurl.com/galenmidair).

 “Un piloto [metió el ala en negativo y] chocó conmigo. Nos enredamos, lanzamos paracaídas y aterrizamos juntos. Por suerte, no nos lastimamos mucho física ni mentalmente, aunque hubo un proceso para sanar ambas cosas”.

Un incidente como ese podría terminar fácilmente la carrera de un piloto – muchos no volverían a volar. Pero resulta que Galen había pensado en ello. “Pensé mucho acerca del miedo racional e irracional. Antes de ese incidente, me preocupaba poco una colisión porque no me parecía muy racional preocuparme por ello”. No suceden tan seguido, tenemos paracaídas y deberían ser algo que puede evitarse si prestas suficiente atención”.

Pero admite que superarlo fue “un poco complicado”. A veces, “veo las alas y me pregunto si van a entrar en negativo y cambiar de dirección y estrellarse conmigo”. Cree que afectó su forma de volar durante dos competencias. “No lograba girar bien en térmica y no dejaba de pensar en ello, lo que no me permitía volar más seguro ni mejor”. Finalmente, cuando lo superó “fue confiar en que sabré qué hacer si sucede de nuevo. Preocuparme no me hará mejor para evitarlo”.

 

Panamericano

Llegó al Panamericano tras una temporada en Colombia y Brasil, donde compitió en la PWC de Baixo Guandú. Obtuvo el segundo lugar femenino, 34º en la general y se sentía bien mentalmente. 

“Me estaba divirtiendo mucho y ello me ayudó a volar bien”, cuenta. “Había sido exigente conmigo misma anteriormente y definitivamente me culpaba por pinchar o por haber tomado malas decisiones, así que saber que me iba a divertir sin importar los resultados, estar agradecida y feliz de competir contra pilotos tan excelente, creo que ayudó. No le tenía miedo al fracaso, había un lugar para dar lo mejor de mí”.

Además de divertirse, su estrategia fue “prestar mucha atención”. Explica: “Había tenido falta de confianza en mi forma de volar y en mi vida en general, así que al principio eso contribuyó a que no quisiera tomar mis propias decisiones”. 

“En una competencia, prácticamente puedes seguir al grupo todo el tiempo y te irá bien y es una forma excelente de aprender. Ese fue mi plan B, pero también empecé a confiar en mí misma y en mis decisiones de experimentar, divertirme y ser curiosa, porque no estaba intentando probar que pertenecía o que podía volar a ese nivel. No solo estaba intentando seguir, sino también liderar un poco”.

La necesidad de “demostrar lo que valía” es una clave importante para la progresión de vuelo de Galen y viene en parte de lo que vivió cuando empezó a volar en competencia.

“Soy trans y cuando empecé a competir, seguí las reglas FAI, las reglas para mujeres trans”. Según las reglas, que se adoptaron en 2017, el género de los pilotos es el que aparece en el documento de identificación del país. 

“Seguí todas las reglas, estuve en terapia hormonal durante un año, todo debería haber estado bien. Y la USHPA, la asociación nacional, abrió una discusión en Facebook que decía, “Hay una mujer trans compitiendo como mujer, ¿qué piensan al respecto?’ Hubo cientos de comentarios y no pudo ser peor momento para mí, no estaba lista para enfrentar ese odio”.

La experiencia de ser un pararrayo involuntario de una discusión tan polarizada en redes sociales no fue nada bueno. Fue una “situación desagradable” y se sintió vulnerable. “Me sentí tan expuesta. Esta gente que no conocía estaba discutiendo detalles íntimos de mi vida y a pesar de que había mucho apoyo, hubo discusiones horribles y misóginas que pusieron a prueba mi salud mental durante año y medio e influyeron cómo vuelo actualmente”.

Explica, “La gente pensará que socializaba como hombre y que ello me ha dado mayor tolerancia al riesgo o que tengo un ‘cerebro masculino’ o que porque he sentido la testosterona de alguna forma estoy biológicamente más capacitada para pensar. Y sí, hay varias ideas interesantes que explorar, pero en general fue un alboroto arraigado en la misoginia”.  

Añade, “Fue básicamente como, oh, esta gente piensa que estoy haciendo la transición para ganar la categoría femenina. Así de bajo pensaba la gente de mí. Me sentí muy insultada. Así que ganarle a todos se convirtió en una meta, para que no pudieran decir eso de mí”. 

En los últimos seis meses, es justo lo que ha hecho Galen. Llegó de primera a gol en la quinta manga de la PWC en Brasil, ganó una manga en el Panamericano y se ubicó de décima en la general, así como de primera en femenino.

Entre risas, contó que “Hubo chismes en Brasil, en línea, entre otros, que hablaban de mí. Fue transfóbico y me juzgaban, pero también decían ‘Guao, qué bien vuela pero está confundida acerca de quién es como persona’. Fue mejor que ‘mira a este puto tramposo’. Mi pesadilla es ganar la categoría femenina y que me vaya mal en la general”.

Galen vuela una Enzo 3 L y, a diferencia de algunas de las mujeres que también vuelan una, no tiene que llevar 20kg de lastre. Los pilotos con alas más grandes tienden a tener ventaja frente a las alas más pequeñas, por lo que si hay alguna ventaja, está ahí. “Sé que la mayoría de las mujeres tienen que llevar mucho peso y también sé que las alas más pequeñas no van tan bien”. 

“Ello implica que ellas, y los pilotos pequeños en general, incluso los hombres, tienen que ser más perfectos. Puedo cometer más errores que ellos porque planeo un poco más y puedo explorar más, así que es algo de lo que estoy consciente. Y sí, desearía que no fuera así”.

Añade, “También puedo volar un equipo ligero talla M/L, así que para competir vuelo con una L porque soy pesada. Reconozco que es una ventaja no tener que llevar un chaleco de plomo y llevar toda esa agua”. Ríe. “¡En fin!”

Entre sus planes está “seguir dando cursos y compitiendo”. Será mentora en el Abierto Ozone en Chelan y quiere competir todo lo que pueda entre ahora y la Superfinal de la PWC en México en diciembre. “Es un privilegio enorme poder ir”. 

A largo plazo, “Me encantaría volar en el Sertao en Brasil, concentrarme en el acro y hacer más vuelos de distancia en EEUU. Quiero disfrutar de este momento de mi vida que se siente muy especial. Es decir, no siento que he sido buena en otras cosas y siento que soy buena en esto”.

Fue escaladora y esquiadora, pero el parapente “se siente más sustentable”, explica, “por su naturaleza intelectual única. Uno no para de aprender”. Añade, “El parapente te enseña mucho acerca de la vida. Mira a tu alrededor, ve qué sucede, toma una nueva decisión y avanza. No te quedes en el pasado”.

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