Juraj Koreň se propuso la misión de escalar y volar desde las caras norte más difíciles de los Alpes este invierno. Pero fue solo el principio, le dice a Tarquin Cooper
El vuelo de Juraj Koreň desde el Matterhorn no fue lo que esperaba cuando inició su aventura épica el noviembre pasado. Luego de volar en solitario la cara norte de 1.280m, comparable en dificultad, peligro y estatus clásico con el Eiger, guardó sus piolets y desplegó su vela.
No estaba feliz. El pronóstico anunciaba vientos del noreste de 22km/h, pero en realidad eran unos 36km/h. Su idea fue atarse a un tornillo de hielo, subir el ala y luego, en el momento correcto, soltarse, como en un remolque aéreo. Pero el ala no dejaba de halarlo hacia un lado.
“Luego de una hora de intentarlo, decidí que no tenía caso”, recuerda. Agotado por el ascenso a pie y con la noche a la vuelta de la esquina, Juraj comenzó el largo descenso por la cresta del Hörnli hasta la cabaña Solvay. A estas alturas, luego de 16 horas, la fatiga comenzaba a hacer mella.
“Estás tan cansado que no sabes que lo estás. Es cuando tomas decisiones irracionales”.
De pronto se halló en nieve profunda, deslizándose montaña abajo. Logró detenerse en una roca pequeña, pero decidió llamar al helicóptero de rescate. “El heroísmo se fue al infierno”, destaca con remordimiento. No lo sabía, pero la cabaña estaba a 40m.
Podemos asumir que el estilo de paramontañismo de Juraj Koreň no es para cualquiera. Con sus aventuras en solitario del invierno pasado, el eslovaco de 30 años ha llevado el deporte al extremo – escalando rutas difíciles para luego volar (o intentar volar) desde la cima.
Hablamos de escaladas difíciles de verdad – cascadas verticales congeladas y largas rutas empinadas y expuestas en las caras norte más escarpadas de los Alpes. El Matterhorn tenía secciones de hielo de 80 grados. Dice que todo es entrenamiento para su misión de Siete Cimas, escalar un pico que no se haya escalado en cada uno de los siete continentes y luego volar desde él.
“El verano es para volar y el invierno debe ser para escalar”, explica Koreň. “Es decir que aburrirse no es fácil”. El invierno pasado, en Europa, combinó ambos pasatiempos con un plan ambicioso para escalar y volar las caras norte de las Grandes Jorasses (4.208m), el Matterhorn (4.478m) y otros picos. “Estas caras norte son un buen entrenamiento para las grandes montañas”, dice.
Hijo de piloto, Juraj (se pronuncia yur-ai) comenzó a volar cuando era niño y se calificó cuando la ley se lo permitió. Tan pronto comenzó a volar, descubrió el paramontañismo. También descubrió que no le gustaba su arnés pesado, por lo que decidió tratar de hacerse uno.
“Tomé el arnés de mi hermano, un proyecto para un examen de la universidad o algo así, que no estaba terminado”, recuerda. Juraj decidió terminarlo él mismo, cosiendo la correa T del medio. Por desgracia, se rompió en pleno vuelo. “Me agarraba por debajo de los hombros diciendo ‘m**a, m**a’ a 200 metros de altura”. Otra emergencia hizo que se estrellara contra la cara de una roca justo después de despegar. (Logró volver a escalar y despegar con éxito).
Culpa al clima invernal de Eslovaquia por su inclinación por la escalada. “En Eslovaquia, desde mediados de octubre hasta marzo, es casi imposible volar. Todo es niebla, nieve y clima estable. A veces hasta es imposible bajar volando”.
En invierno de 2016 fue a hacer montañismo con un amigo para matar la tristeza. “Fue muy agradable porque tuve la misma sensación de volar – tenía miedo, estaba casi solo en lugares hermosos de las montañas y me enamoré”.
La escalada y el vuelo de Juraj han progresado mucho desde entonces. En 2018 se unió al escalador del Himalaya Michal Sabovčík para el primer ascenso de un pico de 1.057m en la Antártida – la primera de sus siete cimas. Navegaron hasta el continente desde Ushuaia, Argentina, luego volaron desde la cima y aterrizaron minutos antes de que se produjera una borrasca. Lo llamaron pico ‘Divoká’, o salvaje.
El año siguiente, en 2019, compitió en la Red Bull X-Alps, donde terminó a mitad de las clasificaciones, cerca de St. Hilaire – respetable, pero no suficiente para recibir una nueva invitación en 2021. “Mi desempeño no fue bueno. Quedé muy decepcionado conmigo mismo. Cometí muchos errores en la segunda mitad”.
Una semana después de la carrera, Juraj estaba en Groenlandia, el segundo continente en su lista. En la costa oeste, 600km al norte del Círculo Ártico, hizo junto a su equipo el primer ascenso de una escalada en roca técnicamente difícil de 675m, desde la que voló con éxito.
Luego llegó el Covid, Sabovčík se retiró del proyecto y a Juraj le ha sido difícil hallar quien comparta su idea de diversión.
“Escalé mucho y vi que casi nadie puede hacer paramontañismo de este tipo conmigo”, dice. Trató llevar a amigos de escalada en un biplaza y se ríe cuando se acuerda: “No todo montañista valiente es un valiente pasajero de biplaza”.
El catalizador para ir solo fue un intento en la pared norte de Galéria Ganku (2.250m), en los montes Tatra, en Eslovaquia. Con su compañero escaló ocho horas hasta el pie del ascenso, donde su compañero anunció que no tenía fuerzas para seguir. “Estaba furioso. Al día siguiente, por pura ira, intenté mi primer solo de invierno – y me di cuenta de que era la manera. Y así el proyecto Siete Cumbres evolucionó para convertirse en este proyecto de solo libre”.
Juraj ha entrenado todo el invierno – “puliendo el diamante”, como dice, manteniendo en forma su mente y su cuerpo para lo que se avecina. En noviembre escaló una ruta de hielo de 750m llamada El Linceul, en las Grandes Jorasses. Hubo un momento de terror puro. “Hacia la mitad me dio un poco de miedo porque el hielo era muy duro. No era mi primer solo libre en invierno, pero solo podría sobrevivir si vencía a nuestro amado enemigo: el miedo. Si te rindes y cometes un error, te quedas ahí para siempre”.
Despegar desde la cumbre de las Grandes Jorasses es fácil en el lado sur, pero el viento venía del norte. Se acercaba la noche, así que se arriesgó y despegó. Aterrizó minutos más tarde en la base de la escalada. “Afloraron todas las emociones”, recuerda.
Luego fue la aventura del Matterhorn (un mes después de que Sebastian Brutscher hiciera la misma ruta con un compañero y volara con éxito desde la cima). Sin embargo, su experiencia de rescate no desanimó a Juraj. En enero escaló en solitario el Couloir Holzknecht, de 600m, una delgada franja de cascada en Sassolungo, un pico de 3.181m en las Dolomitas italianas, que se congela en un ángulo de 90 grados. Culminó con un vuelo mágico de vuelta a la civilización.
“Es muy difícil de describir”, dice del momento en que alcanzó la cumbre. “Pero cuando estoy en una montaña, sobre una pared empinada antes de despegar, casi estallo de la felicidad.
“Es la conexión: escalar sirve para subir, pero no para bajar. Volar no funciona para subir, pero es muy divertido para bajar. Hoy en día podemos escalar pendientes imposibles y luego volar como pájaros desde la cima – es la libertad absoluta, cercana al nirvana”.
Sin embargo, admite que su equipo estilo alpino ligero solo permite hacer descensos. Vuela con un arnés Sky Crux de 1,25kg sin protección dorsal, diseñado por su hermano. (Esta vez esperó a que el zurcido estuviera listo para usarlo.) Mientras llega su nueva Ozone Ultraligera – espera que a tiempo para la primavera – vuela con una AirDesign SuSi 3. “Cubrir cualquier distancia en un ala de 16m, con una mochila pesada que siempre te tira a un lado, es casi imposible”, dice.
La próxima parada en la odisea de las 7 Cumbres es los Himalayas, de mayo a junio. “Queremos una montaña que nadie haya escalado. Tiene 6.800m y está en el valle Khumbu, cerca del Everest. La meta es llegar primero y tratar de despegar”.
La cara norte del Eiger también está en la lista. Luego llega el verano que, como dice Juraj, en eslovaco se dice ‘Leto’, casi igual que ‘let’, volar. Planea pasarlo en las Dolomitas, su primer amor.
“¿Sabes cuántos días de vuelo hay? Es increíble. En todas partes hay lluvia o tormentas y allá estamos volando. ¡Al final quieres que llueva!”
Agrega: “Me gusta explorar lo posible, ir en parapente por las montañas. Bajar de las montañas caminando es una estupidez si puedes bajar volando”.
Quizás para Juraj no todos entienden su estilo de ascenso, pero quizás estamos de acuerdo en cuanto a la mejor manera de salir de la montaña.