Volar es un juego mental, todos lo sabemos. Matt Warren tiene varios consejos para mejorar tu forma de pensar
Volar requiere de una mente despejada y habilidades. Como dice Sepp Inniger, piloto de pruebas de Advance, “Más del 80% de volar es mente y psicología. Si tengo un mal día y mi cerebro no está listo, no puedo hacer nada”.
En nuestro nuevo libro, Are You Thinking Clearly? 29 Reasons You Aren’t, and What To Do About It, la escritora científica Miriam Frankel y yo exploramos los diversos factores internos y externos que influencian y manipulan el pensamiento y la toma de decisiones, de la genética a la intuición, de la personalidad al mercadeo. Hasta los microorganismos de la panza.
Como piloto de parapente, descubrí que muchas lecciones pueden aplicarse a la psicología del vuelo libre. A continuación, algunos consejos sencillos para mejorar tu manera de pensar y ayudarte en tu vuelo.
Controla tu ‘pesimismo defensivo’
El vuelo libre exige optimismo. Si no, ¿cómo nos lanzaremos al aire con un pedazo de tela o declararemos ese gol de 200km? Investigaciones indican que ser positivo tiene muchas ventajas y lo vinculan con una mayor salud física y bienestar.
Pero no siempre da resultados positivos. Cerca del 80% favorece el optimismo. Sobreestiman la posibilidad de que pasen cosas buenas, pero pasan por alto los puntos negativos potenciales.
Los optimistas son vulnerables al exceso de confianza y atribuyen lo positivo a sus habilidades y lo negativo a factores externos, como su ala o una ráfaga desafortunada. Esto puede evitar que evaluemos debidamente los riesgos y aprendamos de las experiencias. Puede ser peligroso.
Will Gadd, veterano piloto y escalador, dice, “La idea de que si tenemos pensamientos felices pasarán cosas buenas es basura. Siempre hay que pensar en los peligros, cómo evitarlos y estar listos para ellos”.
No descartemos el optimismo del todo, pero agreguemos un poco de “pesimismo defensivo”. Tengamos conciencia de que hay cosas que pueden salir mal y hagamos planes para enfrentarlas. El optimismo nos mantiene en vuelo. Un poco de pesimismo positivo puede salvarnos.
Conoce tu intuición
Nuestro cerebro es extraordinario, pero sus recursos son finitos y ahorra energía y potencia de procesamiento donde puede. Una manera de hacerlo es con el pensamiento intuitivo. En lugar de calcular racionalmente el mejor camino en cada situación, opta por la mejor suposición. Al volar, esta intuición pueden ser una corazonada que nos dice que vayamos a una nube en lugar de otra, sin saber por qué.
La intuición es muy poderosa y nos permite “pensar rápido”. Después de todo, nadie puede analizar todos los datos todo el tiempo. A veces debemos conformarnos con lo que dicta el instinto. Algunos somos más intuitivos que otros. Como dice Chrigel Maurer, heptacampeón de la Red Bull X-Alps, en el libro de Gavin McClurg, Advanced Paragliding, “Vuela con el corazón. No soy bueno calculando o con los ‘hechos’ como el pronóstico del tiempo… Todo eso me desconcentra… Baso mis decisiones en lo que siento”.
Pero debemos respetar las limitaciones de las “corazonadas”. Todos tenemos intuiciones, pero estas se afinan con la experiencia, en parte porque se basan en patrones que ya hemos vivido, pero tal vez no hayamos notado conscientemente.
Si volamos con regularidad en cierto ambiente, como Chrigel, nuestra intuición puede hacerse muy aguda y hacernos más creativos. Pero si eres un novato, o no estás familiarizado con las condiciones, la intuición sin refinar puede llevar a malas decisiones.
Así, en especial en una situación nueva, no optemos ciegamente por la intuición. Trabajemos con la mente analítica y “pensemos lentamente”, de manera activa y racional, cuál es la mejor opción. Mitch Riley, gurú estadounidense del vuelo, pasa del pensamiento intuitivo al analítico frunciendo el ceño como “disparador”.
No es solo una opción binaria. Podemos volar con el instinto y con la cabeza, pero debemos reconocer la diferencia entre los dos y cómo pasar del uno al otro.
Revisa tus hábitos
El cerebro humano también ahorra potencia de procesamiento a través de rutinas y hábitos. En lugar de devanarnos los sesos pensando qué desayunar, muchos optan por “lo de siempre”. Los hábitos pueden ser útiles y nos pueden ahorrar un tiempo valioso, pero también pueden hacernos pensar de manera rígida y compulsiva y evitar que nos adaptemos a circunstancias cambiantes, una habilidad vital en el vuelo libre.
En el parapente, la clave es el equilibrio entre lo habitual y un pensamiento más deliberado y adaptativo, para que los hábitos que desarrollemos sean positivos. El pensamiento habitual puede llevarnos a volar siempre en el mismo lugar, del mismo modo y siguiendo la misma línea ruta. A veces funciona, pero, ¿es lo mejor para hoy? ¿Aprendemos algo si repetimos la misma rutina? Es mejor planificar un poco más – y establecer y lograr – nuevas metas.
De manera similar, la prisa y el despegar tan pronto es posible son hábitos que valdría la pena romper. Sería mejor una rutina prevuelo rigurosa y metódica que nos ponga en el estado mental adecuado y reduciría la ansiedad. Y si la planificación y la seguridad – en lugar de la prisa y el estrés – se convierten en un hábito, es más probable que vueles más lejos por más tiempo.
Percepción del tiempo
La manera en que experimentamos el tiempo es relativa. Puede parecer hacerse más lento en una crisis. Muchos expertos creen que este retraso y contracción del tiempo se relaciona con nuestra manera de organizar los recuerdos. En efecto, si bien el tiempo parece volar cuando nos divertimos, asegurarnos de tener bastantes experiencias vívidas y memorables puede hacer que la vida parezca más intensa y larga – al menos cuando la recordamos.
Los recuerdos son falibles
Si bien los recuerdos juegan un papel crítico al aprender de decisiones pasadas y en la toma de decisiones futuras, la ciencia demuestra que son asombrosamente falibles – y a veces 100% inventados (los recuerdos de cosas que nunca pasaron son aterradoramente comunes).
A veces, reflejan nuestras esperanzas y deseos, quién queremos ser y no quién somos. Son producto del estado de ánimo y de creencias. Cambian y se desvanecen – un estudio ha demostrado que el acto mismo de recordar algo causa la pérdida paulatina de sus detalles. Enfrentémoslo… si a cinco personas se les pide recordar lo mismo, muchas veces las versiones serán muy distintas.
Somos producto de nuestros recuerdos y de estos aprendemos y crecemos como pilotos y en la vida. La clave es respetar su falibilidad, tener la mente abierta, aprender de los demás y prepararse para estar equivocado. Tu perspectiva no es la única.
Hayas tenido un vuelo maravilloso, casi tuviste un accidente o un pinchazo frustrante, presta atención a los recuerdos de los que te rodean. Si tu recuerdo del momento suena muy distinto, piensa detenidamente qué aprendes del mismo.
Presta atención
A veces creemos tener todo el control de nuestras decisiones, pero un experimento realizado en la Universidad de Lund por Petter Johansson y sus colegas, reveló una realidad muy distinta. Los participantes debían decir cuál de las dos caras les resultaba más atractiva. Más tarde, los investigadores les mostraban la otra cara y decían que era la que habían elegido. Aunque las habían cambiado, muchos no se dieron cuenta del cambio. Llegaron incluso a justificar su “decisión”.
Este misterioso fenómeno se conoce como “ceguera de opciones”. Sugiere que la gente parece no prestar atención al tomar decisiones y que solo aplican la lógica después de tomarla.
Esto puede aplicarse al vuelo. Si quieres pensar de manera analítica, asegúrate de prestar atención a tus decisiones. Es fácil obsesionarse por una tarea y pasar por alto detalles obvios.
De manera similar, cuando estamos a salvo en tierra, recordando las buenas – o malas – decisiones que tomamos en el aire, debemos preguntarnos si estamos siendo honestos – o si estamos justificando nuestro vuelo.
Escucha a tu cuerpo
Todos conocemos los cinco sentidos “exteroceptivos”: vista, tacto, gusto, olfato y oído. Pero no tanto la interocepción, ese misterioso sentido interno que nos permite leer y escuchar nuestras propias señales corporales, desde el ritmo cambiante del corazón hasta las mariposas que sentimos cuando estamos ansiosos o emocionados.
Es un área emocionante y de rápido crecimiento en la investigación científica. Es obvio que nuestro cuerpo y cerebro están íntimamente interconectados y que tales señales no solo mantienen nuestro equilibrio biológico, sino que también pueden influenciar nuestras decisiones, emociones e intuiciones.
Dicho de manera sencilla y práctica, debemos prestar atención a lo que nos dice nuestro cuerpo y por qué. Tal vez nuestro corazón late con fuerza porque estamos nerviosos en el despegue, pero también puede deberse a deshidratación o falta de sueño. Esto puede afectar nuestra habilidad para pensar con claridad al hacernos irritables, impulsivos o distraídos.
Tom de Dorlodot, competidor habitual de la Red Bull X-Alps, sugiere que debemos revisarnos a nosotros mismos cuando hacemos el chequeo previo al vuelo. “¿Cómo te sientes? Quizás estás cansado y con resaca…”, dice. “La clave es determinar con honestidad nuestro estado físico y psicológico”.
Recuerda: tu cerebro controla a tu cuerpo, pero tu cuerpo también controla a tu cerebro. Escúchalo.
Redes Sociales
Compartir nuestros mejores momentos de vuelo es excelente, pero no te pongas en peligro por “me gusta”. Después de todo, si estás pensando en encuadrar la toma perfecta, tu mente no está 100% enfocada en volar. Las investigaciones también indican que centrarnos demasiado en grabar un evento puede tener un impacto negativo en la manera como lo experimentamos– y como lo recordamos después.
Prepárate para ser diferente
Somos seres sociales y la mayoría queremos agradar y ser aceptados. De hecho, partes similares del cerebro se activan en las personas que son excluidas de un grupo y en los que sufren algún dolor.
Esto significa que las opiniones y comportamientos de otros nos influencian fácilmente, en especial si son amigos o personas que admiramos, más aún si tenemos alta la personalidad “agradable” (qué tan amigables y compasivos somos). De hecho, investigaciones indican que las normas sociales rara vez cambian, a menos que al menos el 25% del grupo las cuestione.
La comunidad del vuelo libre es muy unida. Puede ser muy difícil hacer cosas “a nuestra manera”. Esto puede ser bueno. Si todos te dicen que no vueles, quizás haya una buena razón. Debemos escuchar y aceptar consejos, pero también debemos estar preparados para tomar nuestras propias decisiones. Si alguien está volando no significa que tú también debas volar (quizás no hayan visto la enorme nube detrás del despegue). No hay que comprar la última súper ala solo porque tus amigos la tienen. Es difícil no compararnos con otros – hay mucho que aprender de los demás. Pero no compitas si tus habilidades no están a la altura de la actividad.
Al final, el piloto eres tú y la competencia verdadera es con nosotros mismos. Destacarse no es fácil (no es la naturaleza humana), pero a veces no conformarse y evitar las cámaras de eco es el mejor camino y el más seguro.
Los números pueden engañarte
Estamos bombardeados por estadísticas y números, pero es fácil malinterpretarlos. En 2019, un pueblito polaco fue noticia en todo el mundo porque hacía una década que no nacía un varón (habían nacido 12 niñas seguidas). Los medios estaban entusiasmados porque esta escasez de varones parecía llamativa. A primera vista, era raro. La probabilidad de que nazcan 12 niñas consecutivas es de 1/4.096.
Pero pasaron por alto una parte vital de los cálculos: hay cerca de 200.000 pueblos en todo el mundo con la misma población. Con base en esto, quizás había 50 pueblecitos más con un estallido similar de bebés de un mismo sexo en la misma época. En otras palabras, no tiene nada de especial que en un pueblo nazcan 12 niñas seguidas – al menos cuando aumentamos el tamaño de la muestra.
Ahora apliquemos esto al parapente – y al riesgo. Si nos dicen que el 99,9% de los vuelos no sufre ningún incidente, quizás sea un alivio, pero una probabilidad del 0,1% dista mucho de ser insignificante – en especial cuando la mayoría de los pilotos hace cientos o miles de vuelos en su vida. Como dice Will Gadd, “El parapente es lo más divertido que hay, pero hay que tener conciencia de sus peligros”.
Sean los números en tu vario o las estadísticas de accidentes, asegúrate de saber qué significan.
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